CORRIDAS DE TOROS

La corrida de toros o
toreo es una fiesta que consiste en lidiar toros bravos, a pie o a caballo, en
un recinto cerrado para tal fin, la plaza de toros.
En la lidia participan varias personas, entre ellas los
toreros, que siguen un estricto protocolo tradicional, reglamento de
espectáculos taurino, regido por la intención estética; sólo puede participar
como matador el torero que ha tomado la alternativa. Es el espectáculo de masas
más antiguo de España y uno de los más antiguos del mundo. Como espectáculo
moderno realizado a pie, fija sus normas y adopta su orden actual a finales del
siglo XVIII en España, donde la corrida finaliza con la muerte del toro.Las corridas de toros son consideradas una de las
expresiones de la cultura hispánica. Se practican también en Portugal (donde, a
excepción de algunos municipios, no se le da muerte al toro en la plaza desde
1836, durante el reinado de María II), en el sur de Francia y en diversos
países de Hispanoamérica como México, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela y Costa
Rica.
Las corridas pueden clasificarse, según la edad y el trapío
del toro que se lidia, en becerradas, novilladas y corridas de toros
propiamente dichas, y pueden desarrollarse a pie o a caballo. Si se ejecutan
las suertes a caballo, el festejo recibe el nombre de corrida de rejones o
rejoneo. Cuando se combinan ambas disciplinas en un mismo festejo, se denominan
corridas mixtas.
ORÍGENES E HISTORIA

TAUROMAQUIA: Cuadro atribuido al pintor flamenco Jacob van
Laethem del séquito de Felipe el Hermoso, Castillo de la Follie, Ecaussines
(Bélgica) titulado Corrida de toros en Benavente en honor de Felipe el Hermoso,
realizado en 1506.
El origen de las corridas de toros en España hunde sus
raíces en la cultura grecolatina que es introducida en el proceso de
romanización. El culto al toro como divinidad y su sacrificio ritual está
constatado en las civilizaciones minoica y otras del mediterráneo oriental
desde al menos la edad del bronce. Los romanos, que incorporan a su propia
cultura los mitos y divinidades de su zona de influencia, comienzan la
conquista de Hispania con su desembarco en Ampurias, en la actual Cataluña, en
el contexto de las Guerras Púnicas. La romanización, que comienza en la
Tarraconense y se extiende con los siglos a toda Hispania, instaura en la
cultura local los juegos y luchas de fieras, en las que el toro era un animal
de frecuente intervención, existiendo constancia de luchas contra osos, leones
y por supuesto seres humanos.
Durante la ocupación visigoda y en los primeros tiempos del
califato omeya, hay cierta oscuridad sobre espectáculos taurinos, aunque la
persistencia de los mismos en etapas posteriores dan idea de que la arraigada
costumbre pervivió intacta a través del tiempo.
Hay noticias documentadas sobre fiestas de toros en Cuéllar
(Segovia) en el año 1215, año en el que su obispo decretó "que ningún
clérigo juegue a los dados ni asista a juegos de toros, y sea suspendido si lo
hiciera". En el mismo siglo Alfonso X El Sabio prohibió que dichos juegos
se celebrasen por dinero, lo cual apunta a la existencia de una
"profesionalidad" incipiente entre los dedicados a lidiar reses
bravas. Y es que recorrían los pueblos de España los llamados «matatoros» o
«toreadores», divirtiendo al público (y cobrando por ello) mediante la práctica
del toreo a pie de forma más o menos rudimentaria (sorteando o recortando a los
toros, dándoles lanzadas o saltos, etc.). Además, estaban los pajes que, como
parte de su servicio, ayudaban a los caballeros a lancear o rejonear a caballo,
realizando los quites cuando fuera necesario. Igualmente en el reino nazarí de
Granada también se documentan ciertos "juegos de fieras" en la que es
probable que participaran toros.
Ya en el renacimiento, en 1542 la ciudad de Barcelona
homenajea al príncipe Felipe, futuro Felipe II de España, con "luminarias,
danzas, máscaras y juegos de toros". Miguel de Cervantes deja constancia
de la cría de reses bravas para estas fiestas en el incidente que sufre Don
Quijote de la Mancha quien grita a quien los transporta "¡Ea, canalla,
para mí no hay toros que valgan, aunque sean de los más bravos que cría Jarama
en sus riberas!", apuntando la existencia de explotaciones ganaderas de
intrínseca finalidad taurina.
La prohibición de torear a caballo que en 1723 Felipe V
impuso a sus cortesanos, acarreó que los modestos matatoros y los pajes
empezaron a torear por su cuenta en las ciudades más importantes y a desatar el
entusiasmo del gran público.
SIGLO XVIII
Aunque la lidia de toros se practica desde muy antiguo, en
la segunda mitad del siglo XVIII se produjeron en España una serie de novedades
en su práctica que dio lugar a las corridas de toros en su sentido moderno:
El toreo a pie sustituye al de a caballo.
Los protagonistas ya no son caballeros pertenecientes a
clases altas, sino gente del pueblo que se profesionaliza y cobra por su
actuación.
Nacen las ganaderías bravas y se comienza a seleccionar los
toros para la lidia, frente a la situación anterior de mera espontaneidad.
Se construyen las primeras plazas de toros como edificios
permanentes destinados al festejo.
Se escriben las primeras tauromaquias, que fijan la técnica
y las normas y van definiendo el arte de torear.
Existieron dos corrientes regionales de cuya combinación
surgió el toreo a pie: el ámbito vasconavarro y el andaluz. La tauromaquia
vasconavarra se basaba en los saltos, en los recortes y en las banderillas, sin
mayor sofisticación, mientras que la andaluza se desarrollaba con lienzos y
capas para engañar a los toros. Durante algunas décadas ambos estilos se
disputaron la primacía del público, saliendo victorioso el modelo andaluz. De
la tauromaquia vasconavarra dejó constancia gráfica Francisco de Goya, que
presenció los saltos de garrocha de Martincho, del licenciado de Falces o de
Juanito Apiñani en las plazas de Zaragoza y de Madrid. La actual suerte de
banderillas es el único legado que ha perdurado de aquel toreo navarro en las
corridas de toros, si bien siguen muy vivos los espectáculos de saltos y
recortadores en festejos populares.
Pepe-Hillo, figura del toreo de
la última década del siglo XVIII, en un grabado de Goya. Con diversas variaciones, se van
estableciendo a lo largo del siglo XVIII todos los elementos de las corridas
modernas. Se considera al rondeño Francisco Romero el padre del toreo moderno.
Romero, fundador de una célebre dinastía, había tomado parte en las últimas
corridas caballerescas. Inventó la muleta, dividió la lidia en tres tercios
(varas, banderillas y muerte) y subordinó la cuadrilla a las exigencias del
diestro. Sin embargo, será su hijo Juan Romero y sobre todo Pedro Romero (nieto
de Francisco), Pepe-Hillo y Costillares, las primeras figuras conocidas,
quienes ya en la década de los setenta del siglo XVIII impongan de forma
definitiva su visión del toreo frente a la tradición navarra, muy semejante ya
a la actual.
Una vez decantado el toreo en favor
de la idea andaluza, surge una nueva disputa entre toreros andaluces a finales
del siglo XVIII: los partidarios del estilo rondeño y los del sevillano. Ambos
se basaban en el toreo con capa, pero discrepaban en la finalidad de la lidia:
para los rondeños lo fundamental era la estocada, por lo que todo se supeditaba
a la preparación de la muerte del toro. Cuantos menos capotazos mejor, para no
agotar al toro y poderlo matar recibiendo (no conocían el volapié). En cambio,
los sevillanos consideraban que lo importante era lucirse con la capa, mientras
que la muerte era solo una forma de poner fin a la faena cuando el toro ya
estaba agotado. Costillares inventó la verónica y el matar a volapié
(fundamental, para poder dar muerte a toros aplomados tras numerosos pases).
También logró supeditar la labor de los picadores a las necesidades de la lidia
a pieSiglo XIX
mexicano Carlos Arruza, Pepe
Luis Vázquez, Antonio Bienvenida, Pepín Martín Vázquez, Miguel Báez "El
Litri", Julio Aparicio y Agustín Parra "Parrita". Si bien esta
época se cierra con el fallecimiento de Manolete en la tragedia de Linares,
surge entonces otra famosa rivalidad taurina que apasiona al mundo taurino, la
de Dominguín y Antonio Ordóñez.
Ya en los años cincuenta se
alza la figura de particular elegancia del venezolano César Girón, quien lidera
en dos ocasiones (1954 y 1956) el escalafón taurino en España, hazaña que
repetiría su hermano Curro en 1959 y 1961. Destacan en los años sesenta, además
del mencionado Curro Girón, toreros como Paco Camino, Santiago Martín "El
Viti" y Diego Puerta, además de la sensación que causó el surgimiento del
poco ortodoxo y revolucionario pero muy triunfador Manuel Benítez "El
Cordobés". Las décadas de los setenta y ochenta son las de mayor expansión
comercial del mundo de los toros, llegando a haber corrida incluso en el
Astrodome de Houston con la participación de El Cordobés. Las grandes figuras
de esta época son: Manolo Martínez, Eloy Cavazos,José Mari Manzanares, Pedro
Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea", Dámaso González, Francisco
Rivera "Paquirri", Antoñete, Francisco Ruiz Miguel y Juan Antonio
Ruiz "Espartaco", líder de la estadística en forma consecutiva desde
1985 hasta 1991.
El riojano Juanito Apiñani
R., retratado por Goya en la serie La Tauromaquia, saltando con garrocha por
encima del toro en la antigua plaza de Madrid.
Este primer periodo triunfal
de la fiesta llega a su fin con la Guerra de la Independencia Española. Tras la
guerra, retiradas o desaparecidas las grandes figuras anteriores, tiene lugar
un periodo de decadencia de la fiesta. Pero en la década de 1830 aparece otra
gran figura del toreo, "Paquiro", conocido como el «napoleón de los
toreros», quien une a la escuela rondeña y sevillana y demuestra que ambas son
compatibles, es decir, que efectividad y brillantez pueden aunarse en la lidia.
Le siguen "Cúchares", "Lagartijo" y "Frascuelo",
quienes dieron a la corrida la estructura definitiva que se mantiene hasta el
presente. Rafael Guerra "Guerrita", que se inició en la cuadrilla de
Lagartijo, le sucedió como gran figura y dominó absolutamente la fiesta de los
toros durante la última década del siglo XIX.
A mediados de este siglo,
prácticamente, Argentina (país con tradición tauromáquica hasta ese entonces)
prohíbe las corridas, sin que hayan vuelto a practicarse en este país, hasta el
momento.
SIGLO XX
Joselito "El
Gallo" dando un pase al natural.
Tras el dominio de Guerrita,
retirado en 1899, se abrió un periodo de transición durante la primera década
del siglo XX, con nombres tales como el mexicano Rodolfo Gaona, Rafael González
"Machaquito" o Ricardo Torres "Bombita". Dieron paso a la
llamada «época dorada» del toreo, que se extendió durante la década de 1910 a
1920 y que tuvo como máximas figuras a Juan Belmonte y a José Gómez
"Joselito". Son unánimemente considerados los dos diestros más
importantes del toreo moderno: Belmonte, como el creador de la estética moderna
(«parar, templar y mandar») y Joselito como el torero total, dominador de todas
las suertes y de todos los aspectos de la tauromaquia (desde la idea de
construir grandes plazas monumentales hasta los detalles de la selección del
toro bravo), que aglutinó lo mejor del toreo antiguo y anunció la técnica que
habría de imponerse en el futuro.
Posteriormente a la Guerra
Civil Española se produce un potente resurgimiento del mundo taurino,
especialmente gracias a la figura de Manolete, para muchos el más vertical de
los toreros en la historia. De este auge siguen figuras como Luis Miguel Dominguín,
el
Siglo XXI[editar · editar
fuente]
Las nuevas figuras del
toreo, algunas de ellas triunfadoras ya desde la década de 1990, presentan gran
diversidad en su estilo y proyección: personalidades tan particulares y de
técnica tan depurada como César Rincón, colombiano que abrió 5 veces la puerta
grande de Madrid, Enrique Ponce, Julián López "El Juli", Manuel Jesús
"El Cid", Cayetano Rivera Ordóñez, Sebastián Castella, Miguel Ángel
Perera, Morante de la Puebla, El Fandi, José María Manzanares o José Tomás,
quién el 5 de junio de 2008 batió un récord de 36 años en la plaza de Las
Ventas, al cortar las cuatro orejas de sus dos toros en una misma tarde,2 han
llevado el toreo al siglo XXI.
PARTICIPANTES
Torero: también conocido
como diestro o espada, es aquel torero que ha recibido la alternativa y que, en
la lidia, realiza la parte principal de la faena y mata al toro con el estoque.
Es sin duda el personaje central en una corrida de toros. Según las
características de la lidia (a pie o a caballo) se les llama "toreros de a
pie" o rejoneadores. El torero de a pie es el responsable sostener la
lidia al toro con el capote, llevarlo al caballo, realizar la faena con la
muleta y darle muerte. Los matadores de toros comienzan su aprendizaje toreando
erales, generalmente a una temprana edad. Aproximadamente dos años después
comienza su etapa como novillero, el que lidia novillos debido a su menor
tamaño y fuerza con una edad de 3 años y un peso aproximado a los 400 kilos.
Por último, se convierten en matadores tras tomar la alternativa, la cual es
concedida por otro torero.
Banderillero
Matador
Subalternos: Personal que
ayuda al matador en lo que necesite y en las situaciones que les están
permitidas (ocasionalmente llevar al toro a un punto determinado, distraer al
mismo durante el cambio de espada entre otras actividades). Lo forman los
banderilleros, los picadores y el mozo de espadas. Al conjunto formado por los
subalternos y el matador se le denomina cuadrilla.
Banderilleros: Actúan en el
segundo tercio de banderillas y, cuando no lo hace el propio matador, son los
encargados de la colocación de los pares de banderillas.
Mozo de espadas: Es la
persona que colabora directamente con el matador, su labor es ayudar al cambio
de muletas, capotes y espadas.
Picador: Es la persona que,
montada a caballo, utiliza una vara larga con una punta metálica (puya) para
castigar al toro y producir desgarramiento de los tejidos ubicados en la cruz
del mismo con el objetivo de probar su bravura, detectar sus características y
evitar que el animal embista levantando la cabeza.
Personal de la plaza: Son
aquellas personas que colaboran en la plaza haciendo posible la celebración de
esta fiesta. Entre ellos destacan los taquilleros, los colocadores, el personal
del callejón, los paramédicos, el torilero y los areneros.
Presidente: Es aquella
persona que preside un festejo, generalmente un representante de la
municipalidad donde se efectúe. Se encarga de mantener el orden en la plaza y
entre sus funciones se encuentran la de ordenar el comienzo del festejo, los
cambios de tercio y otorgar los premios –orejas y rabo– a los matadores.
Alguacilillos: Son los
agentes encargados de transmitir las órdenes del presidente durante las
corridas. Es su función principal recoger la llave de los toriles, entregar los
premios a los toreros y preceder a las cuadrillas durante el paseíllo.
Monosabios: Son los mozos
que acompañan y ayudan al picador en la plaza, sobre todo cuando el toro
derriba al caballo para evitar que ni el picador ni el caballo resulten
heridos.
Mulilleros: personal a cargo
del tiro de mulillas con las que arrastran el cuerpo muerto del toro para
sacarlo de la plaza.
Areneros: Mozos encargados
de mantener en condiciones adecuadas el albero de la plaza. Tienen su
importancia, como lo ilustra el hecho de que desfilen en el paseo de
cuadrillas.
Lidia a pie
Lidia
La salida en hombros es una
recompensa tras una buena actuación.
El tipo de corrida más
extendido actualmente, la corrida española, tiene como fin principal llevar el
toro a muerte (en Portugal el espectáculo termina con la suerte de muleta)
mediante la presentación de diversos lances de estilo coreográfico que el
encargado de la lidia (torero, rejoneador) induce al toro de manera que parezca
coordinada y permitan el lucimiento del mismo. Para este fin se ocasiona al
astado pinchazos con instrumentos que varían en longitud y se distinguen por la
intención de los mismos (las banderillas, además de ocasionar el sangrado en el
toro, adquieren valor en cuanto adornos; las varas de pica, con una punta
reglamentaria de 6 a 8 cm, se utilizan para dosificar la fuerza del toro y
medir su bravura).
Si bien la corrida culmina
casi siempre con la muerte del toro, que se causa con un estoque de dos, tres o
hasta cuatro canales, que reglamentariamente tiene que ser menor de 80 cm y que
el matador intenta clavar entre los omóplatos del toro para llegar al corazón y
que la muerte sea instantánea. Habitualmente no se consigue a la primera, al
necesitarse mucha precisión. Si no se consigue en dos o tres veces, se toma un
estoque con un tope cerca de la punta y se clava entre las cervicales del toro,
con el fin de cortar la médula espinal («descabello»). Si el toro cae pero no muere,
un mozo le da la puntilla, con un puñal corto, del mismo modo que en el
descabello. En ocasiones, donde el reglamento de la plaza lo permite y a
petición del torero o el público, antes de dar muerte al toro, en casos de
bravura y porte particularmente distintivos, el presidente de la corrida puede
conceder el indulto del toro, en cuyo caso no se lo mata sino que se devuelve a
los corrales para que regrese al campo como semental.
Por lo general en un evento
taurino se lidian seis toros (casi siempre de una misma ganadería) por parte de
tres matadores, aunque también se ofrecen eventos con dos matadores (llamados
"mano a mano") eventos con cuatro, eventos de seis matadores (en los
que corresponde un ejemplar a cada uno) o encierros con uno sólo matador. En el
siglo XIX, las corridas podían tener muchos más matadores y toros.
Orden de la corrida[editar ·
editar fuente]
El torero Juan Bautista
durante la corrida goyesca de la Feria du Riz en Arlés, 2010.
La corrida comienza con el
paseíllo, en el que desfilan los matadores seguidos de sus cuadrillas y del
personal de la plaza de toros.
Una corrida de toros se
divide en tres partes, denominadas "tercios" y 2 suertes (de capote y
de muleta):
Tercio de varas: Durante el
tercio de varas el matador torea con el capote y el toro recibe una serie de
puyazos en el morrillo (zona abultada entre la nuca y el lomo del toro) por
parte del picador. El objetivo de estos puyazos es medir la bravura del toro y
su disposición a la embestida, además de dosificar la fuerza del toro para
facilitar la posterior labor del matador. En la antigüedad era esta suerte la
más esperada por los espectadores, siendo los toreros de a pie sólo auxiliares
de esta labor, con el paso del tiempo estos últimos cobraron mayor fama entre
la multitud y la lidia comenzó a girar en torno a su labor, pasando a ser los
protagonistas del espectáculo ya a mediados del siglo XVIII, si bien la nobleza
continuaba prefiriendo el toreo a caballo, de lo que se separó el toreo de
rejones.
Suerte de capote: (más comúnmente
conocido como "tercio de quites"). La faena a capote la desarrolla el
torero para medir la embestida del toro así como su fuerza y disposición. Es
más apreciada en América que en España. Existen diferentes estilos de uso
indistinto en la lidia; los lances de verónica, chicuelina y las gaoneras (así
llamadas por haberlas inventado el mexicano Rodolfo Gaona) son los de uso más
común, si bien hay muchos otros.
Tercio de banderillas: Durante este tercio los banderilleros clavan sobre el lomo del toro unos
adornos llamados comúnmente banderillas o rehiletes (instrumentos consistentes
en una vara de madera adornado con flecos de papel de colores con un arpón en
la punta). La función de dichos instrumentos es la de avivar al animal, tras el
tercio de varas, por el movimiento de las mismas. De ahí el término, menos
conocido, de avivadores.
Tercio de muerte. Durante
este tercio tiene lugar el enfrentamiento del matador con el toro. El matador
realiza la faena de la suerte de muleta y posteriormente le da muerte con el
estoque.
Suerte de muleta: Esta
suerte es solo efectuada por el matador de toros, pudiendo ser sustituido por
el alternante de más antigüedad solo en caso de verse impedido a terminar el
tercio si ha sufrido algún percance. Los lances más comunes son: el natural
(abierto y con la mano izquierda) y el derechazo (con la derecha y la espada en
el paño de la muleta para extender la superficie del mismo), además del remate
de pecho.
Una vez que el matador ha
demostrado su maestría con el toro, que para ahora está casi anulado, se
prepara para matar. Este es el momento culminante de la lidia. El matador se
asegura de que la posición del toro sea la ideal para la estocada, o sea con
las patas delanteras juntas. Entonces se acerca al toro, se estira por encima
de los cuernos y le clava el estoque entre los omóplatos, tratando al mismo tiempo
de evitar cualquier sacudida repentina de los cuernos. La estocada perfecta
corta la aorta y provoca la muerte casi instantánea del animal, si bien una
mayoría de veces se precisan reintentos hasta acertar la arteria. En algunos
casos se requiere el golpe de gracia en la nuca mediante el descabello y el
puntillazo. Dependiendo de la calidad de la lidia se otorgan trofeos como las
orejas y el rabo.
EL TORO
Toro de
lidia.
Toro de ganadería
El uro (la subespecie Bos
taurus primigenius), antepasado del actual ganado vacuno, desapareció de su
último reducto en los bosques de Europa central en el siglo XVII. Los
partidarios de la tauromaquia arguyen que, debido a la cría selectiva de toros
de lidia, el toro salvaje español ha sobrevivido durante los últimos
trescientos años. La principal diferencia entre un toro salvaje y uno doméstico
es la manera de reaccionar cuando se ve amenazado. El toro bravo de origen
español seguirá atacando sin cesar mientras algo o alguien se mueva en frente
de él.
Sin embargo, la
consideración del toro de lidia como una raza es controvertida: libros
especializados3 y ecologistas4 cuestionan que se pueda dar al toro de lidia el
estatus de raza debido a que las características que se conservan por selección
varían de unas ganaderías a otras; además, las crías de toros bravos no nacen
necesariamente bravas, ni los toros bravos tienen por qué tener progenitores
bravos. Aún siendo una raza, el Gobierno de España descartó que esté en peligro
de extinción si se prohíben las corridas de toros, ya que cada año se utilizan
un número muy escaso5 en espectáculos taurinos (únicamente 15.000 ejemplares en
corridas y sueltas de vaquillas, de los 275.758 ejemplares existentes a fecha
de 31 de julio de 2010)
La bravura es la esencia
misma de la tauromaquia, razón por la que los ganaderos españoles tratan de
mejorarla constantemente. Los toros llevan una existencia placentera[cita
requerida] durante cuatro años hasta el momento decisivo en el que se ven
empujados hacia la arena. Aunque antes de saltar a la arena el toro bravo nunca
ha visto un matador ni un capote —de lo contrario, jamás olvidaría las técnicas
empleadas y eso lo haría demasiado peligroso—, su instinto lo lleva a embestir
el trapo que se mueve, sea del color que sea (los toros no distinguen los
colores).
Los toros son capaces de
matar hasta en sus últimos momentos. En los años 80, el matador de veintiún
años conocido por el nombre artístico de Yiyo, tras dar la estocada, fue
embestido por el toro y con uno de sus cuernos perforó mortalmente el corazón
del desventurado torero.
Lidia a caballo
Corrida de rejones.
Artículo principal: Rejoneo.
Conocida también como
corrida de rejones o rejoneadores. Se divide en los mismos tercios que la faena
a pie, si bien la suerte de capote se sustituye por corridas del rejoneador
frente a toros, de igual forma para medir su fuerza. Las banderillas las coloca
el rejoneador desde el caballo, utilizando el rejón de muerte de esta misma
forma. Además se colocan los rejones, adornados con diversas divisas y colores.
Una vez muerto el toro, el público expresa su opinión sobre la faena, agitando
en el aire un pañuelo blanco si ha sido de su agrado o "pitando"
(emitiendo silbidos) en caso contrario. A petición del torero, antes de dar
muerte al toro, y sólo en casos de extraordinaria bravura, porte y trapío, el
presidente de la corrida puede conceder el indulto del toro, en cuyo caso no se
mata al toro sino que se devuelve a los corrales para que regrese al campo como
semental. Para el indulto se tiene muy en cuenta las veces que el toro asistió
al caballo de picar. Una vez muerto el toro, este es arrastrado por unas mulas
(el llamado "tiro de mulillas") hasta el desolladero.
Características
locales
Península ibérica
En plazas de toros como las
de Almería, Albacete y Granada, entre otras muchas, es costumbre hacer una
pausa de quince minutos para el condumio del público, pudiéndose ver alimentos
de todo tipo, desde jamones o queso, hasta paellas o callos, todo en función de
la gastronomía típica del lugar.
En algunas plazas (el caso
más conocido es el de Pamplona, España con los Sanfermines) los toros
correspondientes al festejo del día son enviados a la plaza mediante el llamado
el encierro, que tiene lugar por las calles de la ciudad.
En la Plaza de Toros de
Zaragoza, y en algunas otras repartidas por toda la geografía española, es
típico entonar una jota con la salida del último toro que se haya de lidiar. La
banda de música arranca a tocar bajo el acompañamiento musical de las palmas de
todos los tendidos. El matador actuante en ese toro suele aprovechar para
mostrar su repertorio capotero.
En la plaza de toros de Las
Ventas de Madrid durante la ejecución brillante de las faenas, no se hace sonar
la banda de música, sino que únicamente toca cuando el matador da una vuelta al
ruedo o entre la lidia de un toro y otro. La causa se remonta a los primeros
tiempos de la Monumental cuando los partidarios de Domingo Ortega y de Marcial
Lalanda se enfrentaron, tratando de acallar a la banda cuando hacía sonar el
pasodoble de su contrario. Para evitar que se repitiese, se adoptó la decisión
salomónica de que la banda permaneciese en silencio durante las faenas.
En la plaza de toros de La
Caprichosa, en Talavera de la Reina, siempre se abre plaza al compás de los
acordes del pasodoble Gallito, en honor a torero sevillano José Gómez Ortega,
Gallito, fallecido en esta plaza el 16 de mayo de 1920. A pesar de esto, el
pasodoble en realidad se compuso en honor a su hermano Fernando Gómez Ortega,
Gallito Chico, y fue estrenado en 1904.
Iberoamérica
En México, el torero da la
vuelta al ruedo, para recibir el reconocimiento del público, en sentido
contrario al recorrido que realiza en España. En temas musicales, el coso de la
Avenida de Insurgentes que es la plaza de toros más grande del mundo, abre siempre
plaza bajo los sones del pasodoble "Cielo Andaluz".
En la Plaza de toros de Acho
en Lima, Perú, es costumbre que durante las corridas que componen la Feria del
Señor de los Milagros, entre el quinto y sexto toro, la banda de música toque
una marinera.
También en la Plaza de toros
de Acho de Lima, el matador que torea por primera vez en la plaza, durante el
paseillo, debe ingresar a la misma con la montera en la mano.
En Costa Rica en los
diferentes pueblos hay plazas de toros, en las cuales durante las fiestas
patronales hacen campeonatos de monta de toro. La ley prohíbe matar a los toros
y otros animales en espectáculos públicos o privados (Reglamento Actividades
Taurinas, N° 19183-G-S). La "estocada" final la han realizado los
toreros quitándole un adorno floral que el toro lleva en el lomo. Tampoco se le
pica ni hiere con banderillas. En los festejos populares de San José, Costa
Rica (capital del país) que comienzan el 25 de diciembre y finalizan el primer
domingo del año, muchos costarricenses ingresan a la plaza de toros para ser
perseguidos y embestidos por el toro. Es lo que se llama "corridas a la
tica", y a quienes lo hacen toreros improvisados. También practican la
monta. Hay populares cimarronas amenizando las corridas que se hacen a las 3 de
la tarde y a las 9 de la noche.
En Chacas, Perú; la corrida
de toros se celebra en la plaza de armas de la ciudad, siendo así la única en
el Perú que ha mantenido esta antigua tradición desde su fundación en 1585.
En Tovar, Venezuela ; la
lidia de toros se ejecuta bajo techo en la plaza Coliseo el Llano, la segunda
en América y la tercera en el mundo con estas características.
Matadores[editar · editar
fuente]
Torero muerto
En la mayoría de los casos las heridas por asta de toro se producen en
la región antero-interna del muslo, en el triángulo de Scarpa o también
conocido como el triángulo de los toreros.
Artículo principal: Matador
de toros.
Artículo principal: Sagas
Taurinas.
El estilo de los matadores
de toros ha sufrido una notable evolución técnica y estética a lo largo de sus
tres siglos de existencia como espectáculo moderno. Ha variado la técnica y la
estética, a la par que el carácter de los toros, sin lo cual dicha evolución
habría sido imposible. Se suelen distinguir dos grandes periodos: el de la
vieja lidia (siglos XVIII y XIX), que finaliza a principios del siglo XX con
Joselito y Belmonte, y la que se inicia a partir de ellos dos, en la llamada
«edad de oro» (década de 1910). Hasta entonces, tiene gran importancia el
primer tercio (varas) y mucho menos la faena de muleta. El estoque era también
fundamental. Hay mucho movimiento de pies y poca quietud ya que, como sentenció
Lagartijo, «o te quitas tú o te quita el toro». Posteriormente, con el nuevo
toro que va siendo seleccionado a partir de Joselito, que se adapta mejor a los
nuevos gustos del público, permite una lidia mucho más artística: va
adquiriendo entonces gran importancia el tercio de muleta.
Dos tipos de toreros dividen
a la afición: por un lado, los toreros técnicamente poderosos, que dominan en
todas las suertes y mandan en todas las facetas. Joselito fue su paradigma. Por
otro lado, una nueva estética, estilizada, que trata de acercarse más y torear
con los pies quietos, con Belmonte a la cabeza.
La revolución técnica de
Joselito y la estética de Belmonte se consolida durante la llamada edad de
plata (desde la muerte de Joselito en 1920 hasta la guerra civil española).
Pero fue Manolete quien llevó todos esos cambios a la máxima expresión tras la
guerra civil y que, con los toros antiguos, solo podían realizarse muy de tarde
en tarde. Supuso un antes y un después para los toreros, y marcó el camino a
todos los matadores que le sucedieron, ya que aunó la quietud más absoluta con
el toreo en redondo ligado con las manos por abajo, que sigue siendo
actualmente el paradigma del buen toreo.
Toros célebres
Azulejo. Corrida celebrada
el 24 de junio de 1857. Recibió 23 varas de mano y mató 9 caballos.7
Caramelo. 17 de junio de
1867. Recibió 27 varas de mano y mató 9 caballos.8 9
Gordito. 26 de julio de
1869. Recibió 30 varas de mano y mató 21 caballos.8 10
Libertado. 23 de diciembre
de 1864. Recibió 36 varas de mano y mató 6 caballos.8 11
Almendrito. 22 de agosto de
1876. Recibió 43 varas de mano.8 12
Críticas a las corridas de
toros[editar · editar fuente]
Commons-emblem-scales.svg
Existen desacuerdos sobre la
neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o
sección.
En la página de discusión
puedes consultar el debate al respecto
Artículo principal:
Antitauromaquia.
Las corridas de toros están
prohibidas en muchos países. Este evento crea controversia en muchas partes del
mundo, incluida España. Barcelona se declaró ciudad antitaurina en una
declaración institucional aprobada por el pleno del Ayuntamiento de esa ciudad
el 6 de abril de 2004, tras una petición popular con más de 245.000 firmas
recogidas en todo el mundo. Barcelona se convirtió así en la primera gran ciudad
española que se ha declarado antitaurina, siendo Tosa de Mar (Gerona) la
primera ciudad en promover una iniciativa de este tipo, en 1989.13 En julio de
2010, el Parlamento de Cataluña prohibió las corridas de toros en toda
Cataluña.14
El 3 de mayo de 2013, en el
estado mexicano de Sonora fueron prohibidas las corridas de toros después de
una larga tradición taurina desde el periodo colonial,15 lo que ha causado
impacto dentro del país aficionado a las corridas de toros cuando grupos
ambientalistas y diversos líderes políticos al interior del congreso del estado
prohiben todo tipo de entretenimiento con animales, convirtiéndose en el primer
estado mexicano en prohibir las corridas de toros.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario